Conferencia de Francesco Tonucci y Mar Romera

Conferencia de Francesco Tonucci y Mar Romera

El sábado pasado estuve en el colegio Mirasur, donde imparten unas conferencias gratuitas, y fue un auténtico regalo escuchar a los ponentes Francesco Tonucci y Mar Romera.

Me invade una profunda alegría saber de esta iniciativa y de otras que precedieron y otras muchas que seguirán brotando y que se suman a un mismo propósito, dar un sentido nuevo a la educación, humanizarla, devolverla a sus orígenes, a su esencia. Recobrar y devolver el verdadero sentido de la escuela, ése que originariamente significaba “descanso”, “paz”, “tranquilidad”…. La escuela era el lugar donde, libre de preocupaciones o de las urgencias de la vida, las personas tenían tiempo para formarse, cultivarse, dedicándose a aprender lo que les gustaba y les humanizaba.

El salón de actos estaba abarrotado y me di cuenta que a todos nos mueve la misma energía, el deseo profundo de Amar, en verdad, de aprender a Amar, pues se nos ha olvidado.
Nos une un mismo deseo elevado a toda la comunidad educativa, devolvernos a esa mirada inocente que Mira con el asombro de un niño.

Se habló de Escuchar y Aprender de otra manera, de la importancia de la Autonomía, de la Dignidad, del Poder, de la Paciencia, de la Mirada de Inocencia tan ligada a la Infancia, una Mirada Sagrada, esa Mirada que no mira con los ojos del cuerpo sino con el corazón abierto y confiado…

Y para Mirar así es clave Mirar Adentro, aprender a mirarme yo primero como padre, madre, maestro, educador…, ir hacia ese mundo interior que está aún por descubrir, destapar.
Me viene a la mente una frase de Eduardo Spranger que resuena a verdad:
“La capacidad educadora de un maestro (educador, padre) estará en relación directamente proporcional a la voluntad y la energía que haya puesto en su propia educación. Solo podrá transmitir energía espiritual quien haya empleado anteriormente esa energía en su formación, solo podrá enseñar quien haya trabajado antes en sí mismo. «

Se habló de la Humildad, de la Honestidad, del Respeto, del Silencio, de Acompañar desapegadamente… es decir, de FACILITAR. Y esta es la función principal que como padres, educadores, maestros tenemos y no la de juzgar como solemos hacer, en ocasiones, sin darnos cuenta.
Francesco Tonucci mencionó dos derechos para los niños y dos recursos para profesores, educadores y padres: la Participación y la Autonomía.

Y se habló de lo que para mí tiene una importancia clave: SENTIR.
Sentir… darse cuenta, aprender a Sentir la Vida sin miedo.
A medida que vamos creciendo aumenta en nosotros paradójicamente el miedo a vivir, es un sin sentido, pura locura, miedo a la vida y así vivimos sin darnos cuenta.
Se comentó que en las aulas hay dos factores que están mermando la motivación por aprender: el aburrimiento y el excesivo juicio.

También se habló de la sobreprotección que empaña una educación madura y responsable. ¿Y cómo no se va a sobreproteger si es el propio adulto el que vive con miedos aún no resueltos? Desde ese miedo inconsciente nos relacionamos con la vida, con las relaciones… Y precisamente es el miedo el que detona en nosotros automáticamente el juicio, el deseo de control que nubla nuestro sentir abierto, descondicionado y silencioso.
El fundamento real de este sistema de pensamiento, así como del obsoleto sistema educativo que impera, es el temor a SENTIR la vida.

Evitamos constantemente el sentir puro, continuamente lo manipulamos y lo convertimos en algo usado para seguir con nuestra historia y personalidad.
Es un continuo hábito de fabricarnos desde un pequeño “yo” basado en el miedo.

Otra idea que también se nos cuela en el día a día es la creencia en que estamos “perdiendo el tiempo” o que no hay tiempo suficiente… siempre es AHORA, y esto el niño lo siente. Aún no está contaminado por las ideas de tiempo lineal y carencia desde las que los adultos nos relacionamos.

Se habló de la importancia de JUGAR, que es la experiencia más importante de la vida, sin embargo no dejamos de ju(z)gar, de juzgarnos, de juzgarles… Se nos ha olvidado Soltar esa z para simplemente experimentar la vida, sentirla, vivirla, JUGAR… jugar como niños, mirar como niños confiados en la vida. A los adultos se nos ha olvidado Confiar, vamos siempre por nuestra cuenta y no con la vida como iba ese pequeño Valentín del precioso vídeo que compartieron en la charla, por cierto me encantaría verlo de nuevo pero no lo encuentro.

Hubo un momento en el que me asaltaron pensamientos de culpa, miedo… debería haberlo hecho así, no debería… son viejos conocidos a los que voy aprendiendo a no hacer caso. Es tan fácil que se nos cuele el miedo y la culpa en el rol de padres, educadores. Así que recordé que no pudo ser de otra manera pero que ahora puedo elegir de nuevo y suelto, dejo ir esos pensamientos, no los necesito.

El ámbito del Ser que somos lo engloba Todo y nada en particular. Démonos permiso para Confiar, para ir a un espacio de SILENCIO CREATIVO ya sea en las aulas o en los hogares. El silencio interno es una herramienta poderosísima de aprendizaje, pues directamente nos lleva a la Escucha que revela que les dejemos ser ellos mismos, que nos permitamos Ser en lugar de hacer… ponernos al Servicio en lugar de usar-nos.

Abramos espacios nuevos para sentirnos, para descubrirnos de forma mutua. El verdadero aprendizaje natural no implica esfuerzo, sí dedicación. Ahondemos en el verdadero sentido de la educación. La vida es un aula maravillosa, un laboratorio en el que y del que aprendemos a conocernos.

Abrámonos a descubrir una nueva forma de enseñar. Abrámonos a esa humildad que nos habilita, desde la sencilla y profunda AMAbilidad, a ser enseñados por nuestros hijos, alumnos a cómo enseñarles. Abrámonos a estar en esa mente del principiante, esa mirada de niño que sabe que no sabe pero confía.

Y tengamos presente que enseñamos realmente lo que necesitamos aprender. Aprendemos siempre con la relación. Os dejo con una cita gloriosa:
“El verdadero maestro no enseña; facilita el aprendizaje. Y necesita proyectarse a sí mismo con autenticidad, para que sus alumnos aprendan no de una enseñanza, sino de un testimonio de vida. De ahí que ser maestro signifique salir al encuentro de uno mismo”, Ana María González Lázaro.

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